“Una vez vi el campo
quise poder estar solo en el mundo
lleno de voces” 

Mariano Peirou (Diciembres iniciales)

EL ESPEJO DE CLAUDE
Kinpaku, es el término japonés que se refiere a la técnica de pintura sobre pan de oro, muy utilizada en Japón sobre todo en biombos para templos y casas señoriales.

Un espejo de Claude es un pequeño espejo ligeramente convexo con su superficie tintada de un color oscuro, por eso también se conocen como “espejo negro”. Guardados en pequeños estuches hechos a medida, eran utilizados por pintores, viajeros y aficionados al paisajismo para abstraer una porción del paisaje que observaban, renmarcándolo y reduciendo su escala, obteniendo una vista cuasi pictórica gracias a la reducción de la gama cromática como efecto del tintado en sepia o marrón del cristal. Con ello se pretendía recrear una pintura con un paisaje real.
El nombre hace referencia al pintor francés Claude Lorrain, establecido en Italia y muy célebre en el siglo XVII por sus paisajes y escenas clásicas que ahondaban en la búsqueda de lo que él denominaba el “paisaje ideal”, una concepción idealizada de la naturaleza como representación del propio mundo interior del artista. Con una utilización magistral de la luz, la composición y las atmósferas, crea su particular mundo poético. Fue pionero en la inclusión de ruinas en el paisaje, tuvo mucho influencia en la jardinería inglesa, siendo uno de los pintores mas imitados y copiados de la época, tanto que le llevó a llevar un riguroso registro de sus obras en un cuaderno que llamó Liber Veritatis (libro de la verdad), donde recogía bocetos detallados de todas sus obras junto a datos de venta y precio, con el fin de evitar las falsificaciones.
La obra de Lorrain expresa un sentimiento casi panteista de la naturaleza, recreando un mundo perfecto ajeno al paso del tiempo, armonizando mente y espíritu, siguiendo el antiguo ideal del poeta romano Quinto Horacio Flaco con su “Ut pictura poesis”, en que el paisaje y la naturaleza traducen un sentido poético de la existencia, una concepción lírica y armonizada del universo.
En la actualidad todos hemos incorporado a nuestras vidas un moderno “espejo de Claude” en forma de dispositio móvil que llevamos siempre encima y que nos permite abstraer la realidad a través de sus discretas cámaras digitales, que utilizamos a diario y que nos posibiliatan registrar y difundir al instante nuestra propia interpretación de la realidad que nos rodea. Ya no nos interesa el mundo real sino a través de la representación que estos dispositivos transforman y que nos acercan a ese “paisaje ideal” que buscaba el pintor Lorrain.
La serie fotográfica que denomino “el espejo de Claude” pretende recrear mi propio paisaje ideal a imitación de mi admirado pintor francés, utilizando precisamente estas pequeñas cámaras de uso cotidiano que me permiten convertir escenas captadas en el día a día en el tránsito por parques y jardines urbanos, en imágenes poéticas como homenaje a esa naturaleza tan denostada en nuestros días y acercarlas a mi propia búsqueda espiritual.
El uso de técnicas de reproducción de origen pictórico como la utilización de pigmentos minerales sobre papel japonés, añaden la cualidad pictorialista con la intención de convertir una imagen fotográfica en una obra plástica única por su compleja elaboración y que potenciada por la base elaborada con pan de oro para recepcionar el papel, persiguen potenciar el significado transcendental, casi sagrado, de la naturaleza entendida como una búsqueda espiritual en la que refugiarse en tiempos convulsos.

Exposiciones:
– «Feria Estampa 24» DDR Art Gallery, Madrid, 2024.