“El paraíso que nos ofrece la posmodernidad está representado por un paisaje que crece bajo la sombra de la amenaza, de la aceptación de la degradación del entorno, como ruina futura”
Robert Smithson
EL CUARTO PAISAJE
Et in Arcadia Ego
A partir del siglo XVIII son muchos los filósofos que se plantean la idea de lo sublime como categoría estética relacionada con la atracción hacia el paisaje, que se instituye como tema autónomo de la pintura con Claudio de Lorena y cobra una nueva entidad en el Romanticismo, como nos afirma Javier Maderuelo. En 1757, Edmund Burke diferencia una nueva categoría de paisajes que producían terror porque sugerían soledad, inmensidad o poder, actuando sobre el instinto de conservación y que, por tanto, se percibían como sublimes.
Esa transición entre cultura y naturaleza que llamamos paisaje se revela como una distancia infranqueable a partir del romanticismo, convirtiéndonos en espectadores melancólicos destinados a mirar algo en lugar de estar en él, distanciándonos de la naturaleza. La revolución industrial marca el inicio de una nueva era donde las máquinas necesitan ser alimentadas. La ingente necesidad de recursos naturales conlleva la sobre explotación de materias primas, la demanda sin límite de energía y la mano de obra barata, provocando el éxodo rural hacia las grandes ciudades. Se acelera de esta manera el impacto humano sobre el medio ambiente, provocando efectos irreversibles en los ecosistemas y en el clima del planeta. Entramos en la era del Antropoceno, término popularizado por el químico Paul Crutzen en el año 2000.
Hoy volvemos a recuperar ese sentimiento de espanto ante la contemplación de la naturaleza alterada, deteriorada y devastada por la insaciable acción entrópica del ser humano. Así podemos leer los estremecedores dato que nos aporta David Farrier en su reciente libro Huellas (Editorial Crítica, 2022):
– Mas de la mitad de la población mundial actual vive en ciudades; hasta el año 1800 era tan solo del 3%.
– Se cree que los humanos hemos modificado mas de la mitad de la superficie de la Tierra de una u otra forma.
– Cada año se utilizan y desechan hasta un billón de bolsas de plástico, y la inmensa mayoría acaba en los océanos.
– En 1950 la cantidad de plástico fabricada cada año era de alrededor de dos millones de toneladas; en 2015 era de 400 millones.
La acción humana ha transformado la naturaleza y alterado los ecosistemas. Surge así la necesidad de encontrar un nuevo término que contemple una cuarta categoría de paisaje que transite entre lo bello, lo sublime y lo pintoresco, y que defina los espacios naturales alterados, que nos atraen a la vez que nos repulsan, que nos enfrentan a lo que somos y nos situan ante el espejo de nuestra propia degradación como especie condenada quizás a la extinción.
“El cambio mas radical que cabe imaginar en la condición humana sería la emigración de los hombres desde la Tierra hasta otro planeta. Tal acontecimiento, ya no totalmente imposible, llevaría consigo que el hombre habría de vivir bajo condiciones hechas por el hombre”
Hannah Arendt, La condición humana (Editorial Planeta, 1993).
Exposiciones:
– «Mirar un paisaje, seis visiones contemporáneas», comisaria Isabel Elorrieta. Fundación Unicaja, Cádiz, 2023.
– «Divergencia Emocional», Grupo RAROs, Sala Baluarte, Tres Cantos, Madrid, 2023.
XVIII Premio de Fotografía Fundación ENAIRE 2025
Mención Especial PHotoESPAÑA
Jose Quintanilla, por su obra Et in Arcadia Ego
PHotoESPAÑA otorga una mención especial a la fotografía de Jose Quintanilla, imagen fruto de su excelencia técnica y de su mirada atenta y pausada frente al entorno. La obra representa un paisaje alterado por la acción humana, algo que deducimos en una segunda lectura, que no es evidente y que por tanto nos obliga a relacionarnos con la fotografía con mayor compromiso y detenimiento. La imagen transmite una tensión, un misterio latente, que Quintanilla sabe trasladar al papel gracias a una metodología muy depurada, desde la prospección previa a la captura hasta la producción de la copia final. Además, la obra recoge una actitud frente a un paisaje, no necesariamente lejano ni monumental, que apela a algunos conceptos del romanticismo como el de lo sublime, esa belleza que reside en el caos y el peligro de una naturaleza que nos domina pese a todo. Gracias a la interacción que logra con el espectador, la imagen nos lleva a una reflexión ulterior sobre la amenaza que nuestra especie supone para el entorno natural.